martes, 17 de febrero de 2009

Articulo sobre la "crisis"

Este es articulo que me envio Piero, interesante
para su analisis.
toño


Interesante lectura sobre economía de un autor Cubano.
El precio de ser libresCarlos Alberto Montaner¿Quién dijo que el mercado es estable y la riqueza debe crecerincesantemente? Hace pocos años el economista Joseph E. Stiglitz recibió elPremio Nobel por demostrar cómo la información asimétrica desequilibra losresultados bursátiles. Sólo quienes no tienen memoria histórica ignoran losciclos empresariales y las crisis periódicas que sacuden a las sociedades enlas que predominan la libertad económica y un sistema de producción basadoen la existencia de propiedad privada, y en el que los precios los fija elmercado de acuerdo con la ley de oferta y demanda. Ese fenómeno, que afectapor igual a los modelos redistributivos escandinavos o a los que padecenmenor presión fiscal (lo que invalida la tonta distinción entre uncapitalismo bueno y otro malo), se intensifica en las sociedades másdinámicas y creativas, que son las más innovadoras e interrelacionadas, ylas que más transacciones realizan.En cambio, en las naciones sometidas a la planificación centralizada, en lasque la producción la dirigen los funcionarios y los comisarios --Corea delNorte, Cuba, la URSS y sus satélites en sus buenos tiempos, si es que loshubo--, naciones en las que el Estado hace las veces de empresario, laeconomía no da esos bandazos bruscos, y no suele retroceder súbitamente,pero el costo de esa relativa estabilidad es el estancamiento, lamediocridad, la miseria palpable, y un creciente atraso relativo conrelación a la economía de las sociedades libres. ¿Por qué esa falta devitalidad en las sociedades colectivistas? Por su improductividad debida alahogo sistemático de las personas emprendedoras y por el aplastamiento delímpetu creativo de los investigadores y de los espíritus innovadores.También, por supuesto, por la falta de mercado y la ausencia de competencia,lo que les impide contar con un sistema razonable de precios.A fines del siglo XIX, en el gobierno de Grover Cleveland, se produjo el''pánico de 1893''. La bolsa cayó en picado y parecía que el capitalismonorteamericano (ya entonces la primera economía del mundo) se hundía sinremedio. Mientras eso sucedía, la electrificación del país se aceleraba, losteléfonos comenzaban a repiquetear insistentemente y los primeros autosrecorrían las carreteras, los astilleros navales botaban barcos enormesdiseñados con tecnología propia, la voz era atrapada en unos cilindros decera, y una cosa llamada ''cine'' captaba imágenes en movimiento. Elcapitalismo era mucho más que la catástrofe de la Bolsa o la incertidumbresobre el valor del dólar.Una generación más tarde fue el ''pánico de 1907''. Era el último año deTeddy Roosevelt. Los bancos se hundieron ante la avalancha de gentes sacandosus ahorros. De nuevo sobrevino la hecatombe y otra vez los pesimistasanunciaron el fin del capitalismo. Pero fue en aquellos años cuando laaviación comercial abrió sus alas, los ingenieros americanos unieron los dosocéanos por la cintura panameña, y los rascacielos, erigidos sobreestructuras de acero, comenzaron a cambiar el perfil urbano de Chicago yManhattan, y luego el del resto del mundo.El crash de 1929 fue como un terremoto financiero y bursátil. El presidenteHoover no supo preverlo y luego F. D. Roosevelt erró en la manera decorregir sus destrozos. Pero fue el periodo en el que los ingleses (tambiénmuy afectados) nos dieron la televisión y los antibióticos, Estados Unidosdesarrolló los plásticos y la energía nuclear. Al terminar la Segunda GuerraMundial, de cada dólar que generaba el ensangrentado planeta, cincuentacentavos se producían en Estados Unidos. El crash del 29 era cosa delpasado.¿Seguimos? La crisis financiera de 1973, con el precio del petróleo por lasnubes, el fin del patrón oro y el inicio de un severo proceso inflacionarioque acabó, unos años más tarde, con el gobierno de Carter, corrió pareja conimpresionantes viajes espaciales, la popularización de la informática,asombrosos descubrimientos en el terreno de la fisiología y la medicina (elADN, fármacos anticancerosos, cirugías espectaculares), y la brecha técnicay científica entre el primer y el tercer mundo se transformó en una zanjaimpresionante.En 1987 otra vez el sistema de créditos falló. Los Savings and Loans sefueron a la quiebra. Los mató la inflación y el entierro costó la friolerade 500,000 millones de dólares. Pero esos fueron los años gloriosos deInternet, de la telefonía móvil, de la agonía sin gloria de la URSS y sussatélites, preámbulo de la próspera etapa de Bill Clinton que nos hizo soñarcon la fantasía de que los ciclos económicos eran cosa del pasado.Adonde quiero llegar es muy simple: el verdadero motor de la economía demercado no es su sistema financiero, sino la asombrosa creatividad de susempresarios e innovadores. El sistema financiero posibilita flexiblementelas transacciones, como la sangre recorre el organismo, pero la fuerzacentral está en el cerebro de los ciudadanos más creativos, en susinvestigadores y empresarios, en la disciplinada productividad de sustrabajadores, en el diseño institucional y en las virtudes cívicas de lapoblación. Es verdad que, cada cierto tiempo, cuando nos equivocamos porquetomamos las decisiones incorrectas, se produce un descalabro, pero esascontramarchas son la prueba de que somos libres. La libertad tieneconsecuencias.Octubre 27, 2008<http://search.msn.com/results.aspx?q=windows+vista&mkt=en-US&form=QBRE>

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